martes, 23 de septiembre de 2014

¡ El escudo estaba allí !


       En los noventa  trabajé unas semanas en un consulado venezolano ¡no como cónsul ni mucho menos ¡ no vayan ustedes a creer, sino como pintor de brocha gorda. Mientras los funcionarios se dedicaban a lo suyo, quien escribe, caído en desgracia por andar  de inventor, en vez de redactar tratados internacionales: limpiaba, barría, lavaba, arrancaba alfombras vetustas y cables inservibles, restauraba puertas y ventanas y en definitiva; pintaba y acicalaba  las paredes  de nuestra misión en el exterior. Eso sí, con el corazón contento, agradecido por la oportuna “chamba” y la oportunidad de servirle al país.


     De súbito me topé con una habitación oscura y polvorienta repleta  de ejemplares de un libro, cuyo único contenido era resaltar la figura y méritos de un desabrido cónsul anterior, ilustrado con decenas de fotografías de este augusto personaje, en multitud de poses y  homenajes, rígido y solemne, marcial más bien, como si de estatua de bronce se tratara.

      Recibida la orden de la nueva cónsul designada, mujer competente, internacionalista, colega  y  quien me trató muy bien,  deseché las cajas de esos panfletos  al contenedor de los desechos.

     Pintado e inmaculado nuestro consulado de nuevo, y una vez cobrado mis "emolumentos", no me fui sin antes darme el gusto de tallar el Escudo de Venezuela y clavárselo a la pared.

      Años Luz  después, regresé al mismo lugar, verificando que no quedaba nadie de aquel entonces, pero el escudo…  ¡El escudo estaba allí!
 
Copyright: Pedro Alberto Galindo Chagín


1 comentario:

  1. Como el árbol que resiste a la intemperie y ve pasar los años y las décadas y todo cambia a su alrededor pero el sigue allí. Como el escudo.

    ResponderEliminar