jueves, 13 de octubre de 2022

EL TALLISTA DE TABAY

 

   Contemplando mi viejo tallercito en La Capea, donde realicé tantas obras, tantos años, tanta vida. Desde la entrada del hogar reflexiono:

   Produzco porque amo lo que hago. Produzco porque me formé en el difícil arte de la talla de la madera. Ahora entiendo la importancia de los oficios.

   El sistema puede tener problemas, los subsidios agotados, los derechos en riesgo, el trabajo precario, el miedo regalado; la emigración, la aventura; pero aquí en Venezuela, o en cualquier parte del mundo, tengo mis manos para avanzar.

   Nuestras manos son el producto de millones de años de evolución, no en vano se desempeñan tan bien. Son la maquinaria perfecta para sobrevivir en éste planeta. Sirven para rascarse la picada de un zancudo, crear un Van Gogh o poner la humanidad en la luna. No son artefactos pero los inventores tratan de igualarlas. O al menos, lo intentan.

   En las manos buscan los científicos la perfección robótica y la pinza para agarrar, facultad que no poseen los primates, pero sí los humanos. Se han dado cuenta que hay manos para todo. Describirlo sería el cuento de nunca acabar.

   Cuando aprendemos a usar nuestras manos para la creación, nos remontamos a la prehistoria: la piedra de afilar, los huesos, los fósiles, los orígenes, derrotando los miedos y la sumisión. Entonces recordamos de dónde venimos, nos hacemos más humildes, más valientes, creemos en quienes somos, otra vez. Y por ende, nos fortalecemos, o mejor dicho: fortalecemos el espíritu.

   Cuando estamos en el taller o en la cocina amasando el pan, volcados alegremente sobre la materia prima que elaboramos; si por alguna circunstancia desaparecieran nuestros cuerpos; y solo quedaran nuestras manos vivas, parecerían arañas traviesas, caminando sobre los dedos, o reptando: laborando, construyendo, creando. Todo en un mar de movimientos extraordinarios y coordinados. Inimitables.

   Bellas manos aquellas de nuestras madres y abuelas. ¡ Cuánto transitaron para formarnos y educarnos ! Ejércitos de arañitas cambiando pañales, levantándonos, alimentándonos, curando heridas. Cumpliendo con su labor día y noche, sin parar. Y solo con sus manos, sus bellas manos.

   Ahora en la tarde lluviosa abrazado por la naturaleza esplendorosa que me rodea, contemplo agradecido mis manos, que me han permitido viajar con dignidad, como un par de ángeles guardianes a mi lado, con la seguridad que no me fallarán.

   No me someto a los hombres y los perversos pasan de lado ante la seguridad que el oficio me da. Mi espada y armadura las llevo colgadas a cada lado, reivindicando la humanidad cuando comenzó en las cavernas. Son instrumentos para la paz. Me enseñan a enseñar y cada día a " saber estar, saber ser y saber hacer"

   Ante las incertidumbres futuras hago mía aquella frase liberadora del tallista de Tabay, el amigo Luis Cucú como cariñosamente le llamábamos, quien al vender un trabajo a bajo precio, y la negativa del comprador a pagar lo justo, le acotó al cliente:

    ¿ Y para qué tengo mis manos, señor ?

 

 

                                                                    Pedro Alberto Galindo Chagín

    

 Registro propiedad intelectual

00765-01397050. España

 

 


3 comentarios:

  1. Pedrito que Dios bendiga tus manos u tú sabiduría 🙏🙏🙏❤️❤️

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  2. Excelente... Lo q se lleva en la sangre hace florecer maravillas.. Un gran saludo y por supuesto éxito en todo

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