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Recorremos
con las manos y el entendimiento las mismas líneas que siguieron nuestros
ancestros y nuestra mirada se extiende de lo artístico a lo social, dejando
atrás la competencia y el ansia de poseer, regalamos lo que hacemos. Transmitimos y rescatamos
el oficio perdido reivindicando a quienes honor merecen.
El sentido de la
intuición se despierta y hasta puede volverte
irreverente ante las costumbres y los formalismos por el simple “hecho a
mano”, sonríes más a menudo, tratas mejor a los demás. Durante la ejecución de la obra el tiempo
tiene un significado diferente, se utilizan las horas para el momento y se
pospone la necesidad de la culminación. Descubrimos que lo importante es lo que
está oculto bajo las capas fibrosas de la materia, y las destapamos con cuidado
y protección, como quien destapa una cebolla convirtiendo el medio en el fin.
Transitamos
alegres y concentrados con la madera descubierta y abierta tratando de hacer el
menor daño posible a sus fibras, trabajando donde hay menos resistencia.
Laboramos alrededor del material como quien recorre una parcela silvestre antes
de sembrar, descubrimos donde debemos
cavar, haciéndonos tolerantes y
entendiendo la paciencia de otro modo, nos
volvemos ecológicos.
En las horas de taller, reunidos por nuestra propia
voluntad, entendemos que las herramientas no tienen caducidad, son
generacionales o hereditarias, surgirá en el camino la necesidad de transmitir
los conocimientos. En el día a día los
que éramos desconocidos nos hermanamos
en el oficio y nos cubrimos del espíritu artístico que no tiene principio
ni final, pero que seguramente hace a los hombres y mujeres de esta tierra
mejores ciudadanos, igualitarios en el desempeño del taller democratizamos
nuestro desempeño familiar y colectivo. Pulimos nuestras asperezas y
compartimos las herramientas y conocimientos haciéndonos generosos, desapareciendo
los prejuicios y sumando voluntades para contribuir a hacer un mundo mejor y
habitable para todos los seres vivos, incluyendo en nuestro caso fundamental a los árboles del
bosque, que nos dan su vida para elevar nuestros espíritus.
Copyright: Pedro Alberto Galindo Chagín
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